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ntrevista
y profesionalmente. He sido profesor
en la UMU y en la UCAM, y soy letra-
do de la Comunidad Autónoma. Que se
pueda decir que yo no cumplo la ley
de forma intencionada y maliciosa me
duele enormemente.
¿Qué le diría al socio sobre ese
tema?
Que no se preocupe en absolu-
to, que no hay nada que ocultar, que me
siento muy satisfecho de lo que se hizo
y cómo se hizo. No hay nada de lo que
avergonzarse. Creo en la justicia y todo
se aclarará. El daño que yo he sufrido
no me lo va a compensar nadie pero el
socio no tiene ningún motivo por el que
preocuparse por el hecho de que el Ca-
sino tuviera la gran oportunidad de su
historia de recuperar el edificio, revitali-
zar la institución y convertirla en lo que
es ahora: una institución muy querida y
valorada por la ciudad de Murcia.
Después de tanto tiempo, ¿sigue te-
niendo ilusión por liderar esta gran
institución?
Ilusión siempre hay. Si no
la tuviera, me iría. Tengo ideas y pro-
yectos aún. Tengo menos fuerzas por-
que los años van pasando. Estoy cerca
de los 60 y eso se nota. Echo en falta
no haber dedicado más tiempo a otras
cosas, a mi carrera docente universi-
taria o a escribir, por ejemplo, que es
algo que me gusta mucho. Pero le he
dedicado mucho tiempo al Casino igual
que si fuera un hijo.
Se acercan unas nuevas elecciones,
en diciembre. La pregunta es obli-
gada... ¿Repetirá?
Sí, voy a repetir. Le
voy a pedir al socio que me dé su voto
de nuevo para otros cuatro años más
para hacer lo que pienso que es bueno
para esta casa. Si hay alguien que ten-
ga una idea mejor, que levante la mano
y lo diga, pero yo creo que hay que
consolidar este modelo. Cuando me
han visto flaquear, han sido muchos los
socios que me han mostrado su apoyo.
Eso me gratifica y me anima a seguir
adelante.
JUAN ANTONIO MEGÍAS
Murciano, 56 años, casado con Isabel Falcón, con la que tiene 3 hijos. Te-
nía 20 años cuando se hizo socio de la entidad. Letrado de la Comunidad
Autónoma, fue diputado regional, consejero de Presidencia y de Turismo y
Cultura. Es profesor de Derecho de la UCAM y colaborador habitual de La
Opinión de Murcia. Es el responsable de la mayor transformación que ha
experimentado la entidad en sus 168 años de historia: una completa restau-
ración, conseguir el título de Real y casi triplicar el número de socios.
“Creo en la justicia y todo
se aclarará. El daño que
yo he sufrido no me lo va
a compensar nadie pero el
socio no tiene ningún motivo
por el que preocuparse”