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C
ultura
E
n el siglo XIV se fundó, con la aprobación del Papa Gregorio
XI, la orden monástica de San Jerónimo. Se trataba de un
grupo de ermitaños castellanos que acordaron someterse a
la regla de San Agustín. La sede central se estableció en San Barto-
lomé de Lupiana (Guadalajara), extendiéndose por toda la geografía
ibérica. El monasterio más famoso de esta orden fue el célebre Mo-
nasterio del Escorial, mandado construir por el rey Felipe II.
Los Jerónimos forman una orden contemplativa, dedicada a la
oración y al trabajo y llegaron a tener tanto prestigio que resultaron
favorecidos por los reyes de España. En 1516, el Cardenal Cisneros
-regente a la muerte de Fernando el Católico- alarmado por los infor-
mes de Bartolomé de las Casas sobre la situación de los indígenas y
los abusos de los encomenderos españoles, decide enviar tres mon-
jes jerónimos para que se
hagan cargo de las Indias.
La relación de los monjes
con el Nuevo Mundo venía
de antes.
En el monasterio jerónimo de Guadalupe (Cáceres) recibieron los
Reyes Católicos a Colón antes de que partiera (en 1486 y 1489) y
en el de la Murtra (Badalona), de la misma orden, es recibido por
los Reyes en 1493, a la vuelta de América. Los monjes jerónimos
se hicieron cargo de algunos de los extraños productos traídos por
los conquistadores. En concreto, remiten a sus monasterios deYuste
(Cáceres) y Murcia las semillas de un extraño fruto rojizo que los
nativos llamaban chili o ají y que fue denominado “pimiento” por los
conquistadores debido a su sabor picante, que les recordó a la pi-
mienta. Las semillas fueron cultivadas en los terrenos cercanos a los
monasterios de la orden, dando lugar a las variedades dulces del
pimiento que se cultivan en la península. Tanto el pimiento molido o
pimentón de la Vera (Extremadura) como el de Murcia llegaron a ser
mundialmente conocidos.
El primitivo monasterio jerónimo de Murcia -ubicado en la Ñora-
fue demolido en el siglo XVIII construyéndose, en el pueblo cercano
de Guadalupe, el actual edificio, dirigido por el arquitecto y monje
jerónimo fray Antonio de San José. El exterior del monasterio es aus-
tero, construido a base de ladrillo y tapial. Destacan sus dos esbeltas
torres y la cúpula octogonal. El conjunto está formado por un templo
y el edificio conventual adosado, dispuesto en torno a un hermoso
claustro, del que llama la atención su cornisa. El interior de la Igle-
sia está ricamente decorado, como exponente del barroco levantino.
En la bóveda, sobre las ventanas, hay figuras de gran relieve de
los Padres de la Iglesia. El retablo, de transición al clasicismo, es
algo posterior, siendo eje-
cutado en 1780. Según las
crónicas, la iglesia del Mo-
nasterio albergó numerosas
esculturas atribuídas a Sal-
zillo (San Jerónimo, Dolorosa, Inmaculada, San Andrés…). También
destaca la escalera principal, que comunica el claustro con la pri-
mera planta.
En 1835 la orden fue exclaustrada, quedando abandonado el mo-
nasterio hasta que en 1878 fue cedido a la Compañía de Jesús,
que lo destinó, sucesivamente, a noviciado, terceronato y escuela de
formación profesional, hasta 1984 en que lo abandonaron.
En 1981 fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional.
En 1996 el Obispo de Cartagena, Monseñor Azagra, lo cedió a
la Fundación San Antonio para la instalación de la Universidad Ca-
tólica, para la que fue restaurado y acondicionado, adaptando los
sucesivos espacios monacales a la función docente y universitaria.
Los Jerónimos de Murcia
En 1996 el Obispo de Cartagena, Monseñor
Azagra, lo cedió a la Fundación San Antonio para la
instalación de la Universidad Católica
Fotografías: Carmen Celdrán.