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ARS CASINO
Por Mª Loreto López Martínez
Restauradora
Las Peceras
F
lanqueando el vestíbulo
de entrada y con vistas,
a través de grandes cris-
taleras, a la fachada principal
de la calle Trapería, que en el
momento de su construcción
era la del Príncipe Alfonso, por
quien más tarde sería Alfonso
XII, se encuentran dos grandes
salas cuadrangulares denomi-
nadas “PECERAS” (1898-1905,
Pedro Cerdán), pues tal pa-
recen desde la calle; lugar de
reunión e importante tertulia de
algunos socios, desde donde
ver a los transeúntes y a su vez
ser vistos.
Si rebuscamos un poco en
las hemerotecas descubrimos
que, todavía en la primera dé-
cada de 1900, la denominada
“Tertulia de La Pecera” había
llegado a cobrar tal relevancia
que en 1916 competía contra
la misma institución del Casino,
con carroza y coche propios, en
la Batalla de las Flores. La ca-
rroza se presentó bajo el lema
“Nos la han dado con queso”,
sin duda un curioso nombre,
con diseño de D. Antonio Róde-
nas y ejecución de Gonzálvez.
Pero centrémonos de mo-
mento en su decoración, son
ambas salas completamente
simétricas, como si se vieran
reflejadas en un inexistente es-
pejo central, y en ese juego de
infinitas sucesiones se prolon-
gan por los grandes espejos de
los dos únicos muros cerrados
de cada una de ellas; abundan-
temente decoradas de escayo-
las, posiblemente por el artífice
Manuel Castaño, quien realiza
la mayor parte de yeserías de-
corativas del conjunto, siguien-
do con el historicismo ecléctico
desarrollado en otras estan-
cias, esta vez inspirada en los
codex renacentistas, especial-
mente en las pilastras, aunque
en el techo también se repiten
algunos motivos de la fachada,
especialmente las guirnaldas
frutales, las cabezas de león
y otras femeninas, de carácter
modernista, junto a esto unos
preciosos amorcillos que nos
contemplan sentados desde la
cornisa. No faltan las alusiones
a temas mitológicos, en las pla-
cas enmarcadas por cartelas
de la zona superior, Ceres, el
rapto de su hija Proserpina, el
nacimiento de Venus, el carro
de Neptuno, Ninfas, altares de
Hércules adorados por figuras
femeninas…
Hacia la escalera de acceso
al Casino se abren las magní-
ficas cristaleras modernistas,
ejecutadas por Mariano Ruiz
Funes, en maderas nobles con
tallas de elementos vegetales y
formas blandas, tan propias de
su estilo.
El proyecto inicial de Pedro
Cerdán se fue ejecutando, tras
la terminación de la fachada
principal, en distintas fases
hasta 1905, quizás motivado
por el considerable aporte eco-
nómico necesa-
rio para afron-
tarlo, variando
ligeramente más
en los materiales
a emplear que
en su diseño, un
ejemplo es la sus-
titución del zócalo
previsto de mármol,
que se retrasó du-
rante años, por otro
de roble en 1916
que, a pesar de la
nobleza del material,
suponemos sería mucho más
económico.
Acabemos como empeza-
mos, con una anécdota del
pasado. Las Peceras han sido
el escaparate de la institución
y buena muestra de ello la
encontramos en el murciano
“Semanario Satírico, Incoloro
e Inodoro. Don Crispín”, del 21
de febrero de 1911. En prime-
ra página y a grandes letras,
como si se tratara del anuncio
de una exposición de lo que
denominan antigüedades zoo-
lógicas, bajo el nombre de “La
Pecera Siniestra”, se hace una
dura sátira de aquellos que la
frecuentaban. Hoy los tiempos
han cambiado, sí.
Lugar de reunión e importante tertulia de
algunos socios, desde donde ver a los
transeúntes y a su vez ser vistos