Página 21 - RCMAGAZINE12

Versión de HTML Básico

21
R
ECORDANDO
A
... L
UIS
R
OMERO
L
ÓPEZ
-B
RIONES
E
scribir es a veces una
válvula de escape de
las emociones conteni-
das, de las vivencias y de los
recuerdos, y de todo aquello
que querrías gritar en voz alta
y que por respeto ajeno o por
vergüenza propia no gritas. Me
refiero, por supuesto, a la es-
critura sincera. Éste es uno de
esos momentos, y, además, un
momento que querría que no
hubiera llegado nunca. Estoy
escribiendo de la muerte de un
amigo, de un amigo muy que-
rido. Hace apenas media hora
que su hermana Reme me ha
llamado para darme la tristísi-
ma noticia. Hace tan solo un
rato que Luiso ha muerto, mi
Luiso. Os confieso que los ojos
empañados no me dejan ver
bien las teclas del ordenador
pero voy a seguir escribiendo.
Luis Romero López-Briones
no es sólo mi amigo, no, es el
amigo de muchos amigos más,
es el amigo de cuya amistad
nos hemos enorgullecido mu-
chos y cuya pérdida muchos
sentimos. Afortunadamente,
pues no hay cosa más tris-
te que morir en el olvido, casi
en la clandestinidad. Mi Luiso,
nuestro Luiso, no muere solo,
pues todos nosotros, sus ami-
gos, sus padres y familiares,
Reyes, su mujer, y sus hijos
Luisito y Marina (¡Dios mío, sus
hijos!), morimos un poco con
él. Y eso ocurre porque todos
hemos vivido más y más in-
tensamente gracias a él, y muy
especialmente ellos, sus hijos,
que viven por él. Amigo gene-
roso y leal, esposo amante y
enamorado, padre orgulloso y
responsable, hermano querido,
hijo ejemplar, digno de su pa-
dre, Luis Romero ha sido todo
eso y más.
Podría llenar miles de folios
con anécdotas e historias de
Luis, idealista y hedonista, co-
munista y creyente, murciano
impenitente y anglófilo recalci-
trante, león bilbaíno y gourmet
distinguido, gentleman y liber-
tario, experto en todo, capaz
de interpretar mil
canciones a la gui-
tarra con sólo tres
posturas sabiamen-
te
administradas
y capaz, al mismo
tiempo, de cantar-
las en diez o doce
idiomas diferentes,
caballero y luchador, exquisi-
tamente educado y vehemente
defensor de la verdad, aboga-
do ilustre y amigo ilustrísimo,
amigo querido… Pero no, no
es el caso, pues
cada momento vivido que aho-
ra me viene a la memoria me
llena de una intensa, de una
profunda tristeza por su pér-
dida. Sé que mi fe vendrá en
mi ayuda, que sabré a ciencia
cierta, ya casi lo sé,
que hoy está donde
yo quiero estar, entre
los brazos de ese
Dios al que él no qui-
so poner etiquetas,
de ese Dios al que
respetaba con sus
obras y pensamien-
tos, de ese Dios al que él quiso
y en el que confió, y ante cuya
Madre, vigilante en su hornaci-
na de Los Peligros, Luis jamás
dejó de santiguarse. Estoy se-
guro de que ese Dios, el Dios
de sus pa-
dres, el Dios de todos, el Dios
misericordioso, le devolverá a
Luiso con creces sus atencio-
nes para con su Madre, y a
nosotros nos dará la paz y el
consuelo.
Sus hijos pueden estar muy
orgullosos. Luis ha sido un gran
hombre, de esos grandes hom-
bres que se miden por la huella
que dejan en las personas, por
el amor que han repartido, por
el sentimiento de pérdida que
su marcha ocasiona. Y ocurre
que esos mismos hombres
nunca se van del todo, su me-
moria no se apaga ni se pierde,
y siguen viviendo para siempre
en el corazón de cada de uno
de quienes hoy lo lloran.
Estoy muy triste y ése es el
tono de lo que he escrito, pero
no estoy haciendo justicia a la
memoria de Luis. Si hay algo
que él no ha sido nunca es un
hombre triste. Yo lo he citado
en muchos de mis artículos
porque Luis era para mí, por
si ustedes no lo saben, una
fuente de inspiración. Hombre
de palabra fácil y de verbo in-
genioso, polemista donde los
hubiera, conversar con Luis era
una aventura muy divertida. No
contaré de qué hablábamos,
pues no acabaría nunca de
hacerlo, pero sí diré que como
los buenos toreros remataba
siempre su faena con una me-
dia verónica espléndida o con
una vistosa manoletina que
era como un bálsamo para las
heridas y magulladuras que su
verbo fácil había producido en
sus contertulios. Como ésta:
“Bueno, señores, al César lo
que es del César, y adiós que
me voy corriendo”.
Pues adiós,
Luis, que te vas al cielo.
Murcia, 5 de julio de 2014
Por Juan Antonio Megías García
MI AMIGO LUISO
VOCAL DE LA JUNTA DIRECTIVA, ABOGADO, AMANTE DE LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA, HOMBRE AFABLE
Y CERCANO, LUIS ROMERO LÓPEZ-BRINOES SE MARCHÓ DE FORMA REPENTINA EN JULIO. DECÍA EN SU
ENTREVISTA EN EL NÚMERO 16 DE RCMAGAZINE QUE NO SE IMAGINABA UN LUGAR MEJOR QUE EL REAL
CASINO DE MURCIA PARA DISFRUTAR Y PASAR EL RATO. SER PARTE DE LA DIRECTIVA QUE LLEVÓ A CABO
LA REHABILITACIÓN FUE UNA DE SUS GRANDES ALEGRÍAS. “ES DE LO QUE MÁS SATISFECHO ME SIENTO
PORQUE VA A QUEDAR PARA SIEMPRE”