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n
el
R
eal
C
asino
tros hijos, para aprender a madurar en el su-
frimiento y prepararnos para lo que íbamos
a tener que pasar en la universidad católica.
¿Qué destacaría de esa experiencia?
Hay un antes y un después en mi vida.
Aprendimos a sufrir, a ser más humildes, a
amar a los más pobres y a los más necesi-
tados y ver en ellos el amor de Dios. Son
experiencias fuertes pero maravillosas.
¿Qué le parece el Papa Francisco?
A mí Juan Pablo II me apoyó mucho con la
universidad. Ratzinger también. Al actual
Papa ya lo conocíamos. Es un Papa revo-
lucionario, que ama a los pobres. Todos los
Papas son extraordinarios. Cada uno tiene
un don.
¿Hay algo que usted critique de la iglesia?
Yo no soy quien para juzgar o criticar a la
iglesia, pero los pecados tienen consecuen-
cias. Y los pecados que se comenten den-
tro y fuera de la iglesia los pagan los más
débiles. Las injusticias las pagan los más
débiles. Por eso creo que la iglesia tiene
que ser un modelo. Necesitamos religiosos
y religiosas santos, verdaderos testigos del
amor de Cristo.
¿Las religiosas podrán llegar a ser sacerdotes?
No podrán serlo. Nunca ha sido así en la
historia de esta iglesia. No tiene por qué
cambiar: así lo estableció Jesucristo. Hay
muchas formas de colaborar. La mujer tiene
un papel importante en la iglesia, en la fami-
lia y en la sociedad. Cada uno cumple una
misión. La mujer tiene una capacidad para
amar que no tiene el hombre. Lo que es in-
sustituible en un matrimonio es el padre y
la madre. Por eso, bajo mi parecer, la figura
del matrimonio homosexual es un disparate
total.
¿Dos personas del mismo sexo no se
pueden amar y crear una familia?
No pueden crear una familia porque para
eso se necesita un padre, una madre y los
hijos fruto de ese matrimonio. A los ojos de
Dios es una abominación, dice San Pablo.
Tú eres libre para hacerlo, pero allá tú con
las consecuencias. No conozco a nadie
que haya sido feliz de esa manera. Eso es
contrario a la voluntad de Dios. Igual que el
aborto. Es horrible.
¿Cuál sería su propuesta ante embarazos
no deseados?
Los niños todos pueden ser queridos. Mi
mujer y yo íbamos a adoptar a cuatro niños,
teniendo 14. Hay familias que estamos dis-
puestas a acoger a esas criaturas, a criarlas
tengan deficiencias o no. Valga como ejemplo
la labor de Red Madre en Murcia.
¿Cómo vive usted esta crisis?
En la universidad nos preocupa tener a tan-
tas familias que no pueden pagar. Este año
han sido unas 800. Nosotros las becamos.
Somos conscientes de la situación que hay.
Muchos padres están en paro. Si verdade-
ramente conoces el amor de Dios, te lleva
a no pensar en ti, sino en los demás. Esta-
mos ayudando a más de 50 instituciones
pobres. Es uno de nuestros objetivos.
¿Le preocupa la corrupción?
Me preocupa muchísimo. La corrupción es
fruto del pecado y del egoísmo del hombre,
de darle la espalda a Dios. No vale todo. Yo
he rechazado sobornos muy grandes y me
ha provocado mucho sufrimiento.
¿Es difícil ser coherente con sus creen-
cias?
Pues sí. La tentación la tenemos todos. La
tentación no es pecado, pero si te dejas
arrastrar…A veces la codicia es la causa de
todos los males.
¿Cuál ha sido su peor momento?
Los momentos en los que he sido sometido
a una tentación muy grande. Ir por libre tiene
su precio.
Y el mejor momento, ¿está por llegar?
Yo no me recreo en nada. Vivo al día. Busco
hacer la voluntad de Dios y le pido que me
ayude a no hacer algo indebido y a no come-
ter imprudencias que luego puedan perjudi-
car a tantas familias que dependen de noso-
tros.Yo soy una persona que arriesga mucho.
¿A qué teme?
A pecar, a no hacer la voluntad de Dios.
“Detrás de un gran hombre, siempre hay
una gran mujer”. ¿Le debe mucho a su
esposa?
Mucho. Mi mujer es extraordinaria, el mayor
regalo que me ha hecho ha sido mi familia.
Una mujer muy prudente, muy sensata, muy
valiente y fundamental en mi vida.
¿Es un jefe duro?
Yo respeto mucho a los trabajadores. Otra
cosa es que como responsable de la univer-
sidad imponga ciertas normas, porque tiene
que haber un orden. Pero a mí me gusta de-
jar que las personas trabajen en libertad. No
me gusta machacar a nadie.
¿Con qué sueña?
No me permito sueños. Me gusta pisar la
tierra y vivir de realidades.
¿En qué le gustaría mejorar?
No pretendo ser mejor. Le pido a Dios ser
justo. A veces uno comete injusticias y eso
me duele. Pero cuando hay que pedir per-
dón, pido perdón.
“He rechazado sobornos muy
grandes y me ha provocado
mucho sufrimiento”