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C
ultura
E
s posible que el monumento más importante de la Región
de Murcia, en cierto sentido, sea el Monasterio de San
Ginés de la Jara. No tanto por el edificio arruinado y des-
hecho sino por el lugar que ocupa y la importancia que tuvo para
nuestros antepasados.
Hoy el Monasterio de San Ginés de la Jara y las ruinas de las
ermitas adyacentes es un homenaje al abandono, la desidia y la
miseria, ubicado, para nuestra vergüenza, en la zona más turística
de la Región. Se trata de un edificio del siglo XVII, que mantiene
una portada renacentista del XVI, formado por un templo, en una
sola nave, con capillas adosadas, un claustro anexo, edificaciones
auxiliares y un amplio huerto tapiado.
Desde su construcción, hasta el siglo XIX, el monasterio estuvo
poblado por monjes mendicantes que mantenían la advocación a
San Ginés, canonizado en 1541. Sin embargo, la desamortización
de Mendizábal supuso para el monasterio, como para tantos otros
bienes culturales, la ruina. La fa-
milia Stárico, última propietaria,
realizó las últimas reformas de un
edificio que se venía abajo, aban-
donándolo, más tarde a su suer-
te. La protección administrativa
llegó en 1992, pero salvo una es-
casa actuación de urgencia en 1995, la declaración del monasterio
como Bien de Interés Cultural no ha servido para detener la ruina ni
para que la Administración encuentre una utilidad al edificio.
No se sabe a ciencia cierta desde cuándo se considera el mon-
te Miral un lugar de culto. Es posible que la tradición hunda sus
raíces en la prehistoria. No sería el primer caso. Las religiones
emergentes suelen reutilizar los símbolos y santuarios para ha-
cerse así más asimilables para la población. La tradición enlaza
la advocación cartagenera de San Ginés con un ermitaño que se
instaló en las cuevas del monte Miral antes de la dominación árabe,
en el siglo VIII. Algunas fuentes lo relacionan con Ginés de Arlés,
escribano romano que fue decapitado en tiempos de Diocleciano
por negarse a transcribir el edicto de persecución de los cristianos.
Según la leyenda, el oficial romano fue decapitado en Arlés, pero
tras ello, el Santo tomó su cabeza con las manos y la arrojó al
Ródano, por donde fue guiada hasta el mar y, por intervención di-
vina, arrastrada hasta las costas de Cartagena, donde se erigió el
monasterio. Aunque el relato, recogido en el Codex Calixtinus y en
el Liber Peregrationis (siglo XII) resulta difícil de creer, su existencia
nos da muestra de la antigüedad del culto. Otras fuentes históricas
también se refieren a las reliquias del monte Miral: Torres Fontes
recoge textos de los siglos XV y XVI que refieren con sorpresa
cómo los musulmanes que permanecían en el campo de Carta-
gena tras la reconquista, adoraban también el lugar, manifestando
que en el monasterio yacía enterrada una mujer santa muy mila-
grera, cuyos restos fueron -según las fuentes citadas- exhumados
y robados por unos caballeros que vinieron de Francia en el siglo
XI. Con todos estos datos legendarios, cabría situar el comienzo de
la adoración a San Ginés en la época de dominación bizantina de
Cartagena (siglo VI), asumiendo que quizás no fuera un Santo sino
una Santa Mujer quien iniciara el culto, ya que el nombre “Ginés”
suena muy cercano al griego
(guiné) que significa “mujer”.
La persistencia del griego traído
por las tropas de Belisario en el
siglo VI en el habla local del cam-
po de Cartagena es materia de
estudio para los filólogos. Una
excavación arqueológica, previa
a la recuperación y acondiciona-
miento del conjunto podría arrojar más pistas sobre el comienzo y
naturaleza de la adoración en el Monasterio.
La Región de Murcia tiene un enorme potencial turístico, un cli-
ma admirable, unas costas envidiables y una gente y gastronomía
únicas, pero para atraer al visitante es necesario ofrecer conteni-
dos culturales, históricos y artísticos, que le permitan conocer el
alma del pueblo que visita y enamorarse de ella. San Ginés de la
Jara se encuentra en una situación única, a pocos kilómetros de
Cartagena y enfrente del Mar Menor. En cualquier lugar de Euro-
pa se habría aprovechado el monumento como parador nacional,
hotel “con encanto”, restaurante de lujo, centro de interpretación tu-
rística, campus universitario o cualquier otro uso que permitiera al
visitante disfrutar del edificio y su entorno. La clave para la conser-
vación del patrimonio histórico artístico es potenciar su valor como
infraestructura turística al mismo tiempo que se delimitan, con pre-
cisión, las medidas de protección del monumento. No es tan difícil.
el monasterio de SAN GINéS DE LA JARA
Fotografías: Carmen Celdrán.
“En cualquier lugar de Europa se habría
aprovechado el monumento como parador
nacional, hotel con encanto, restaurante
de lujo, centro de interpretación turística o
campus universitario”
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