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E
special
S
emana
S
anta
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E
s periodista, cronista oficial de Mur-
cia y nazareno de Nuestro Padre
Jesús (la famosa procesión de Los
Salzillos). Trabajando como redactor en el
periódico ‘La Verdad’, le tocó escribir las
crónicas de Semana Santa por ser “el más
joven de la redacción”, y una vez dentro vio
que había todo un mundo por descubrir. “La
Semana Santa mueve muchas más cosas
que imágenes y pasos”, asegura.
¿La Semana Santa es más que religión?
Es mucho más que religión. Yo creo que el
80 por ciento de la Semana Santa murciana
no es religión: es tradición, cultura, nostal-
gia, historia, sentimiento, costumbre… Y
luego un 20 por ciento religión y fe.
O sea, que no hace falta ser creyente para
disfrutar de la Semana Santa…
No, hay mucha gente que sale de nazareno
y que quizás es el único momento del año
en el que se acerca a una imagen religiosa.
¿Qué tiene la Semana Santa de Murcia
que no tienen otras?
Muchas cosas. Tiene la fusión entre la huer-
ta y la ciudad, la forma en que se llevan los
pasos, tienen la entrega de caramelos, mo-
nas y otros obsequios, tiene un ambiente
festivo que contrasta con otros sitios, donde
es más austera y sobria. Mientras se está
celebrando la procesión, que es un acto
de penitencia, hay otra procesión que es la
gente que sale a la calle, que disfruta del
sol, que llena las terrazas y los bares.
¿Hay más jolgorio?
Yo diría más algarabía. Es que el tiempo lo
pide también. Quién no se ha comido un
pastel de carne un Viernes Santo, un día de
vigilia en el que en teoría no se puede co-
mer carne. Hay un ambiente que no se res-
pira en ninguna Semana Santa. Eso, que ha
causado la sorpresa de todos los obispos
que han ido viniendo, el murciano lo vive
con mucho respeto. No se trata de convertir
la pasión, muerte y resurrección de Cristo
en una celebración, es que aquí el cristia-
no sabe que la película acaba bien. Como
sabemos que al final está la resurrección,
vivimos con ese espíritu toda la semana.
Diversión y devoción.
El murciano sabe muy bien donde termina
el respeto y donde empieza la burla.
¿Hay un excesivo protagonismo de Salzi-
llo en detrimento de otros autores?
Imagínate que organizamos un certamen de
literatura e invitamos a Cervantes. Claro, el
resto quedarían eclipsados. A Salzillo nadie
le ha dado esa preminencia pero la maestría
de sus esculturas han ocupado el lugar que
se merece. Cierto es que la Semana Santa
murciana no sólo es Salzillo, aunque hoy
por hoy es su máximo exponente. Pero hay
otros autores que se han ido incorporando,
como Hernández Cano, Ramón Cuenca,
González Moreno, Sánchez Lozano… pero
claro, es que lo que consiguió Salzillo no lo
ha conseguido nadie después.
¿Hay alguien que le haga sombra?
Pues no lo sé pero yo compararía el Ángel
de Salzillo con la Venus de Milo o el David
de Miguel Ángel. Numerosos autores han
venido y han alabado esa pieza.
¿De dónde viene la costumbre de regalar
caramelos en las procesiones?
Hay varias versiones pero la principal es
que, antiguamente, los señoritos pagaban
a los huertanos, que eran hombres rudos
y fuertes, para llevar los pasos. Venían a la
capital y se traían el almuerzo para reponer
fuerzas, porque tenían que estar cuatro o
cinco horas aguantando pasos que pesa-
ban muchísimo, incluso más que ahora,
porque había menos estantes. Entonces
esos huertanos repartían lo que les sobraba
entre los que estaban viendo la procesión,
que tampoco tenían mucho. Otra versión es
que lo hacían para purgar los pecados de
todo el año.Yo me decanto por la primera.
Una costumbre única y generosa.
Era una forma de compartir que no se da
en ningún otro sitio. Parece que en Sevilla
hay alguna procesión en la que también lo
hacen. Pero con la abundancia y la exqui-
sitez que sucede en Murcia, no pasa en
ningún otro sitio. Aunque es cierto que en
los últimos años esto se ha degradado un
poco, porque hemos pasado de regalar ha-
bas, monas, huevos y caramelos a dar pins,
mecheros, llaveros, bolígrafos… Eso ha pa-
sado durante los 10 últimos años, aunque
parece que la crisis está haciendo que se
vuelva a lo esencial.
¿Los caramelos se pueden elevar a la ca-
tegoría de arte?
El caramelo, hace 100 años, no era como
ahora. Eran más bastos, aunque aquí en
Murcia se hacían una pastillas perfectamen-
te cubiertas con un papel con versos sobre
ellas. Es verdad que la literatura no era muy
elevada pero los principales autores murcia-
nos dedicaban cuartetas o pareados para
ese fin. Hay gente incluso que los ha colec-
cionado.
Nuestra Semana Santa, ¿se ha vendido
bien?
En los últimos 20 años se ha difundido mu-
cho más que en el resto de la historia. Hace
falta un mayor apoyo público. Creo que es
una cuestión eminentemente política. El
murciano sabe lo que tiene y llena las calles.
¿Hay algo que le está haciendo daño?
El patrimonio cultural debe protegerse. De-
bemos ser muy cuidadosos y saber vender-
lo y, sobre todo, no adulterarlo con incorpo-
raciones que no vienen a cuento. Las tallas
deben tener una factura espléndida. No
deben desfilar imágenes que objetivamente
son una castaña.
“La Semana Santa murciana
tiene un ambiente festivo que
contrasta con otros sitios”
“El Ángel de Salzillo es
comparable a la Venus de Milo
o el David de Miguel Ángel”
ENTREVISTA ANTONIO BOTÍAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.
Por Concha Alcántara.