Página 16 - RCMAGAZINE12

Versión de HTML Básico

16
C
ultura
E
n el río Segura tenemos una ninfa. La in-
ventó a casi finales del siglo XVI el poeta
Diego Ramírez Pagán, sacerdote y poeta.
La ninfa se llamaba Marfira. Trasunto era tal nom-
bre de marfil, haciendo alusión a la excelencia físi-
ca de la mujer de entonces, a la que se imaginaba
blanca, blanquísima. El moreno estaba mal visto si
de mujeres hermosas se trataba. Don Diego, que
casi renegó de Murcia porque no lo consideraron
aquí como él creía merecer, se fue a Valencia. Y
allí se hizo capellán de casa aristocrática. Dicen
las malas lenguas que Marfira era su señora, y
él Dardanio, el pastor desdeñado, y ansioso, de
Marfira.
Por eso, la siguiente estación de nuestro reco-
rrido literario de Murcia podría ser una estatua de
esta Marfira, según inspiración de artista escultor,
al pie de la Pasarela de Manterola, al principio del
Malecón, casi al lado del León defensor de las
riadas y recuperado más o menos recientemente.
Marfira miraría así a las fuentes del Segura, donde
en paisajes más frondosos moró esta bella. El río
Segura se une así al sacro Tajo, inmortalizado por
las églogas de Garcilaso de la Vega, y a todos los
ríos griegos de la antigüedad mitológica. Tenemos
mito nosotros también.
Bueno, pues este Ramírez Pagán escribió uno
de los sonetos más celebrados de aquel momento
del reinado del segundo Austria (o tercero), Felipe
II: “Dardanio con el cuento de un cayado”, que le
fue plagiado no pocas veces. El soneto dice así.
Quedamos en que Dardanio era el propio poeta.
Y no se recató en ponerse alcurnia. Dardanio sig-
nifica habitante de Dardania, uno de los nombres
de Troya. De ahí hoy, el llamado Estrecho de los
Dardanelos.
El pobre Dardanio, rechazado por Marfira, la
ebúrnea ninfa, va tratando de borrar el nombre de
ambos, de la corteza de los árboles. En tiempos
felices, el pobre había inundado los bosques de ri-
bera del Segura con inscripciones amorosas de su
amada. Pero, al cabo, dice el soneto, se da cuenta
de que nunca podrá borrar de su memoria a la be-
lla, y desiste de su empeño. No se puede borrar
del corazón… entonces, para qué borrarlo de las
cortezas… Se dice desesperanzado el poeta mur-
ciano de aquel tiempo.
Marfira, la ninfa del río Segura
ENCLAVES LITERARIOS DE MURCIA
Por Santiago Delgado
“Dardanio con el cuento de un cayado”
Dardanio, con el cuento de un cayado,
el nombre y la figura deshacía
de aquella a quien él mismo había
en mil cortezas de árboles cortado.
Y con el rostro triste y demudado,
con un ¡ay! que del alma le salía:
“Oh, perversa Marfira -le decía-
en quien puse mi fe, seso y cuidado,
si pudiera del alma tu retrato
quitar, cual de los árboles le quito,
no harías mi vida ser tan corta.
Mas, ¡ay!, cuán por de más triste me mato
que lo que está en el corazón escrito,
borrarlo en la corteza poco importa.
Ramírez Pagán
Fotografía: Ana Bernal.
SU RECUERDO
Piel ajada por el tiempo,
sin caricias, sin sus besos.
Noches llenas de silencios.
Ella se abraza en las sombras
para atrapar su recuerdo
para que la noche tibia,
le deje en su boca, un beso.
Una silenciosa lágrima
se posa en sus labios secos.
Aún tiene en la memoria,
la tibieza de su cuerpo
cuando miraba sus ojos
azules, como el mar y el cielo.
Y él la tenía en sus brazos.
Y ella se perdía en su cuerpo.
Eva Ramona Martínez Martínez
Miembro de la Asociación de Poetas y
Escritores del Real Casino de Murcia.
El Rincón
del Poeta