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a escultura que hago no se entiende
sin la pintura, es casi una prolonga-
ción de esta”. Así define su obra Ra-
fael Fuster, artista murciano que siente es-
pecial atracción por la pintura del Siglo de
Oro, llegando a “robar” el cardo del bodegón
de Sánchez Cotán en una de sus obras. Se
enamoró de este cuadro en Granada, don-
de se licenció en Bellas Artes, para pos-
teriormente doctorarse en escultura en la
Complutense. En 2011 estuvo becado en
Venecia y actualmente reside en París, don-
de obtuvo la beca FormARTE del Ministerio
de Cultura.
Su obra escultórica engaña al ojo me-
diante un uso magistral de la pintura: sus
piezas de hierro pasan a primera vista por
ser trozos de papel o cartón. Hay que verlo y
tocarlo para creerlo. Toma como base mate-
riales de deshecho –bidones, latas…- para
recrear otros residuos: bolsas de papel, car-
tón, folios arrugados, tickets de metro…
Fuster ha fusionado dos disciplinas.
“Para que mis esculturas parezcan papel,
para que suceda el engaño, se necesita de
la policromía, es indisoluble, no se puede
separar de la tridimensionalidad del mate-
rial”, afirma.
Rafael ha expuesto en galerías tan se-
ñeras como la de Luis Adelantado, en
Valencia. De esa exposición de 2012 se
recuerda, por su carga visual, su obra Dó-
lares, un auténtico “fajo de billetes” pero de
hierro policromado. “Tampoco me planteo el
trampantojo porque sí. Por esos años es-
taba cercano al Informalismo. A día de hoy
quizás sea algo que voy desdeñando, pero
siguen gustándome esas personas que
utilizan materiales aparentemente pobres.
Picasso lo ha hecho mucho”.
“Paseos por el campo”, llama este artis-
ta a su materia prima. Tiene razón, recoge
latas y bidones oxidados, idóneos para poli-
cromar. Se limita a arrugarlos y pintarlos, lo
que él llama “hacer mucho con muy poco,
la austeridad española”, pero el proceso es
laborioso, casi mágico. Sólo hay que ver
obras como las que presentó en Vie Coite
(Vida en Suspenso) en la galería Art Nue-
ve en 2012, una mesa llena de tickets de
metro, hojas de cuaderno y otros elementos
que casi saltan a las manos para compro-
bar su autenticidad.
Su escultura pretende transmitir el des-
concierto de ver una cosa y al momento ver
otra. En un instante se pasa de ver papeles
arrugados a entender que se trata de escul-
turas de hierro, pintadas con tanta pericia
que consiguen el engaño.
Rafael compara sus esculturas con los
“vaciados de bodegones, los ‘restos’ de
Sánchez Cotán”, como en su obra Vacío
(2013). “He partido de alguien a quien ad-
miro formal y conceptualmente para llegar
a una abstracción, que realmente sigue
siendo un trampantojo, ese antepecho que
parece que es una ventana, una ventana
fingida donde parece que hay tridimensio-
nalidad. Parto de él para mirar el germen
de la abstracción en el pasado”. Estos bo-
degones de cuaresma, donde no hay nada
apetitoso, lo que algunos han llamado ‘po-
breza de lujo’, marcan la línea que Fuster
quiere transmitir.
Su próximo proyecto es la realización de
un corto, la visión de un pintor en el Louvre.
“Hay cosas que no puedo decir con la pintu-
ra y me sirvo de la fotografía y del vídeo. En
pintura queda pesado”. Fuster parte de nue-
vo del planteamiento pictórico, como en su
escultura, pero esta vez abordando una obra
audiovisual que promete ser interesante.
ARTE MURCIANO DEL XXI
Por Francisco Javier Nieto
“Para que suceda el engaño
se necesita de la pintura, es la
que consigue este efecto”
Cómo convertir el hierro en papel
o el trampantojo en escultura
Foto: Elena Merino.
Sobre el pintor y escultor Rafael Fuster