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V
IAJES
BAVIERA
L
uis II (1845-1866) nació en el pa-
lacio de Nymphenburg, cerca de
Múnich. Era hijo de Maximiliano
de Baviera y de María de Prusia. En
su vida tuvo dos grandes obsesiones,
la edificación de grandes castillos y su
pasión por la música de Wagner.
Los cuentos que su institutriz france-
sa le contó en su niñez, sobre el fantás-
tico palacio de Versalles, le llevaron a
construir tres maravillosos palacios en
las cercanías de Múnich.
Luis II era un joven romántico y soña-
dor. Pasó su juventud en el castillo de
Hohenschwangau, rodeado de lagos y
frondosos bosques. Era muy aficionado
a la poesía, la música y la pintura y esto
sin duda marcó su carácter.
En su juventud presenció una obra
de Wagner y se quedó tan impresiona-
do que la pasión por el compositor le
acompañó toda su vida. Tras la muerte
de su padre, subió al trono con 18 años
y lo primero que hizo fue llamar a su
lado a Wagner, haciéndolo su compa-
ñero inseparable, aunque pasado un
tiempo y debido a las protestas de los
nobles por la influencia que ejercía so-
bre él, tuvo que expulsarlo de su reino,
acompañándolo a la frontera y con lá-
grimas en los ojos prometerle que “se-
ría suyo hasta la muerte”.
El castillo más espectacular es el de
Neuschwanstein, que tardó en cons-
truirse 17 años y está situado cerca del
precioso pueblo de Füssen, a 130 kiló-
metros de Múnich. En él se inspiró Walt
Disney para construir el castillo de “La
Bella Durmiente” en Disneylandia.
El castillo tenía calefacción central
y las cocinas eran las más avanzadas
de su época, con agua caliente y fría
y asadores automáticos para asar cier-
vos y jabalíes, inspirados en un invento
de Leonardo Da Vinci.
Se iniciaron las obras en el año 1869
y Luis II las seguía con un catalejo des-
de las ventanas de las habitaciones
de su madre, en el cercano castillo de
Hohenschwangau. Visitar su interior es
una gran experiencia, recomendable es
el salón del Trono, que parece un tem-
plo bizantino, la sala de los Cantores,
el invernadero acristalado y el vestidor.
El castillo preferido de Luis II fue Lin-
derhof. Es el más pequeño de los tres y
el único que vio totalmente terminado.
Al observarlo pensamos que estamos
en el palacio de Versalles, ya que inten-
tó que fuese una copia de este en pe-
queño. Su decoración es de estilo roco-
có. Fue un gran admirador del rey Luis
XIV, el “Rey Sol”, y se nota la influencia
de este por todos lados.
Linderhof le servía de escondite para
aislarse de las pesadas y tediosas obli-
gaciones de su cargo. Se dice que a
veces concedía audiencias desde la
cama de su dormitorio. Vivió en este
castillo ocho años. Lo más interesante
son sus jardines, la gruta de Venus, el
kiosco morisco y la casa marroquí.
De regreso a Múnich, visitaremos el
tercer palacio de Luis II, el de Herren-
chiemsee, que se encuentra en una
isla del lago Chiemsee. El Rey compró
la isla en el año 1873 y construyó el
palacio en honor de Luis XIV, ya que
Paisajes de ensueño,
cuentos de hadas y leyendas
wagnerianas, es lo que
encontraremos en nuestra
visita a los castillos del mal
llamado “Rey Loco”
EL ESPLÉNDIDO NEUSCHWANSTEIN, EL ENCANTADOR
LINDERHOF Y EL ELEGANTE HERRENCHIEMSEE
LOS CASTILLOS DE LUIS I I
Castillo Neuschwanstein.
Castillo Linderhof.