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ARS CASINO
Por Mª Loreto López Martínez
Restauradora
El hierro, ese elemento decorativo
F
río, algo áspero al tacto
y prácticamente inadver-
tido para el visitante, que
recrea su vista en otros detalles
mucho más llamativos, el hierro
de fundición está muy presente
en la arquitectura del Real Ca-
sino de Murcia, como elemento
funcional y a su vez decorativo.
Haciendo un rápido repaso,
ahí están esas impresionantes
ménsulas modernistas, en for-
ma de simbólicos flamencos,
que sostienen el corredor de la
Biblioteca, también la pequeña
escalera de esa misma estan-
cia, las esbeltas columnas de
los ventanales de las Peceras,
las palmeadas y sinuosas ba-
randillas de los vanos de los pa-
sajes o las ligeras estructuras
que sostienen el acristalamien-
to que cubre los mismos y los
sucesivos patios del edificio.
Fruto de la Revolución Indus-
trial, el hierro de fundición, hie-
rro colado o fundición gris (to-
das estas denominaciones para
una misma fórmula de elabora-
ción de esta aleación metálica)
se había incorporado a la obra
pública de las grandes ciuda-
des en el primer tercio del s.XIX;
desde los enclaves industriales
británicos, pasando por París,
donde se convierte en arte, y
saltando a ultramar, gracias
al cual en Chicago se eleva el
atrevido primer rascacielos en
1885, el Home Insurance Buil-
ding, de tan solo diez plantas.
Según el historiador Javier Pé-
rez Rojas, fue en las primeras
obras para la adecuación del
ruinoso palacete de la Marque-
sa de Villaleal, viuda del conde
de Pinohermoso, recién adqui-
rido por la sociedad del Casino,
donde el arquitecto Francisco
Bolarín, hacia 1852, incorpora
la cubrición del único tramo de
pasaje con hierro de fundición.
Más tarde, en 1891, fallecido
repentinamente el entonces ar-
quitecto del Casino, José Marín
Ba l -
d ó ,
se hace
cargo de
las obras
el joven Pedro
Cerdán y es en este
momento, con la
gran reforma y am-
pliación del edificio, cuando se
proyecta la cubrición de los pa-
sajes con estructuras metálicas
que cumplan con la funcionali-
dad, como elemento estructural
de sustentación de los toldos en
un principio, poco más tarde se
sustituiría por el actual techo de
metal y vidrio, formando a su
vez parte de la ornamentación
del edificio. El 30 de abril de
1900 se le abonan 3.200 pe-
setas a la Fundición de Peña,
de la que hablaremos después,
“por las dos columnas del en-
tre-
s u e -
lo” y unas
vigas. También se le
hacen pagos por las escaleras
de caracol y, en la Biblioteca, su
escalera helicoidal. Mientras,
en los libros de cuentas de la
institución aparecen distintos
pagos por las nuevas estruc-
turas de los pasajes a Charles
Rolland, personaje posiblemen-
te de origen galo, que nos trae
los novedosos modelos, hasta
ese momento nada vistos en
nuestro entorno local. Después
vinieron dos de los edificios
más significativos de la arqui-
tectura del hierro en nuestra Re-
gión, el Mercado de La Unión
(1907) de Víctor Beltrí y el de
Verónicas de Murcia (1916) del
propio Cerdán.
Pero si los aires parisinos,
en forma de delicadas féminas
antropomorfas que vigilan al
paseante desde el alero de los
pasajes, llegaron de la mano de
M. Rolland, la aportación local
no desmereció; Rafael Mejías
realiza la singular estructura
sobre el Patio Árabe, pero es-
pecialmente representativa es
la presencia de la fundición de
D. Francisco Peña. Este sagun-
tino, que en su juventud trabajó
como cerrajero, tras realizar un
viaje a Birmingham, conoció el
funcionamiento de las grandes
fundiciones inglesas y, al igual
que ellas, decidió instalar una
fábrica de camas metálicas, tan
de moda en esos momentos, en
las proximidades de la estación
del ferrocarril del murciano Ba-
rrio del Carmen, cuya fachada
aun hoy se puede ver, mante-
niendo su actividad hasta los
años 50 del s.XX.
Podemos decir entonces que
el Real Casino es, entre otras
muchas cosas, el pionero en la
Arquitectura del Hierro de Mur-
cia, otro motivo más para delei-
tarnos en su contemplación.
“Fruto de la Revolución Industrial, el hierro de
fundición, se incorporó a la obra pública de las
grandes ciudades en el primer tercio del s.XIX”
Fotografías: Concha Alcántara.