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alería
del
S
ocio
RICARDO MARTÍNEZ MOYA ASENSIO, SENADOR DEL REAL CASINO DE MURCIA. NÚMERO 7 EN ANTIGÜEDAD. SU
PADRE, SALVADOR MARTÍNEZ MOYA CRESPO, FUE SOCIO NÚMERO 1. DECANO DEL COLEGIO DE ABOGADOS (83-
88), HIZO SUS PRIMEROS ESTATUTOS ASÍ COMO EL PRIMER CONVENIO DE LA REVISTA JURÍDICA DE LA REGIÓN.
FUNDADOR DE LA COMPARSA POLIFEMO DEL ENTIERRO DE LA SARDINA Y COFRADE DE LOS SALZILLOS.
“El Real Casino ha dado un gran salto de calidad”
RICARDOMARTÍNEZ-MOYA ASENSIO:
L
a cita con Ricardo tiene lugar, cómo no, en el Real Casino
de Murcia. Nos aislamos en uno de sus tantos rincones aco-
gedores. Su trato es sencillo y cercano. Su conversación y
actitud no se reviste de ornamentos ni posturas, cualidades estas
que se agigantan en la corta distancia. Nace y estudia en Murcia.
Estudia párvulos en el Buen Pastor, bachiller en Capuchinos y Preu
en Alfonso X. De allí a la Universidad.
En su etapa estudiantil participó en la 1ª huelga que se llevó a
cabo. “Era la festividad de San Fulgen-
cio. Unos decían que era fiesta esco-
lar y otros que no. Decidimos no ir a
clase y nos fuimos a pasear por las
calles de Murcia. Hice 1º de derecho
en Murcia y por consejo de mi padre
2º y 3º en Deusto, entonces la mejor
Universidad en la materia. En aquellos
años la universidad era muy exigente
en estética. Había que ir con chaqueta
y corbata para entrar a clase, aunque
también se permitía fumar”.
De una saga de abogados con gran
prestigio en Murcia, Ricardo es jovial
y de fácil oratoria y es un seguro de
éxito en cualquier situación por difícil
que a priori parezca. “Influye mucho
la predisposición genética y tener un
sentido común jurídico para entender
las normas”.
Entra en el Casino muy joven. “Te-
nía 16 años. Entonces no había acti-
vidades para los jóvenes como aho-
ra. Jugaba al billar con Pepe Carrillo,
compañero de colegio, pero este na-
ció para jugar al billar. Se hacía, sin
entrenarse, 500 carambolas y yo 50.
Teníamos un buen Roscón de Reyes
y recuerdo con añoranza el juego del
ajo picao”.
Ricardo ha sido un buen deportista: carrera, natación, remo, bi-
cicleta, fútbol. Me comentan Basilio (entrenador) y Paco Rosagro
(buen árbitro) que jugaba muy bien de delantero centro. “Participé
en dos campeonatos del mundo del Colegio de Abogados en Irlan-
da y Turkia”. Se decanta por Cristiano Ronaldo y Javi Hernández, “y
sobre todo de Nadal”.
Numerosas facetas han marcado su vida, como la de sardinero
y la de cofrade. “Pasaba por un bajón el Entierro de la Sardina y
junto con Antonio Egea, Ricardo Montoro y Felix Martínez funda-
mos el grupo Polifemo y redactamos los estatutos de la agrupación
sardinera. Ser cofrade de los Salzillos era la gran ilusión de mi
vida desde los 16 años. La procesión pasaba por mi casa. Al final
lo conseguí”.
Cambiamos de tercio y hablamos del Casino. “Está claro el salto
de calidad que ha dado gracias a nuestro presidente, Juan Antonio
Megías, que con sus grandes cualidades intelectuales y organizati-
vas ha logrado que podamos disfrutar de esta joya que estaba por
hundirse. Se ha conseguido el califi-
cativo de Real, cosa que ahora es
muy difícil”.
Como buen casinero tuvo la gen-
tileza de donar, en la etapa del pre-
sidente José Guirao, el primer libro
de caja (año 1847). “Se puso muy
contento cuando se lo entregué pues
estaba escribiendo la historia del Ca-
sino.Y le vino muy bien. En él se refle-
jaban todos los apuntes de ingresos y
de gastos”.
Muletazo y, otra vez, cambio de ter-
cio. La pregunta obligada ¿cómo se
podía llevar tanta documentación que
conlleva la judicatura, cuando todavía
ni se pensaba en la informática? “Con
máquinas de escribir de las de enton-
ces. Usábamos papel cebolla, hojas
de calco, mucha pluma y bolígrafo…
Era todo el material de escritorio del
que disponíamos. Luego se cosían
los expedientes con hilo palomar,
también conocido por bravante, usan-
do lernas y agujas”.
Me he guardado para el final la
pregunta más delicada. Por sus cono-
cimientos de derecho, y conociendo
su gran preparación y su fama como
buen abogado y jurista conseguida en
su larga vida de abogado, su repuesta podría ser interesante. Le
pido que opine, si quiere, sobre la excarcelación, por la Audiencia
Nacional en cumplimiento de la sentencia de Estrasburgo que anuló
la doctrina Parot, de la etarra Inés del Río, que después de 24 asesi-
natos solo ha cumplido 26 de los 3828 años a los que fue condena-
da. Ricardo lo tiene claro y no esquiva la respuesta. “Personalmente,
me repugna ya que no ha tenido el más mínimo grado de arrepenti-
miento, ni ha pedido perdón ni disculpa alguna. Con mi mente jurídi-
ca, lo veo consecuencia de unas leyes mal estructuradas”.
PERFIL DEL SOCIO
Por Pedro A. Campoy